top of page

¡Gracias por suscribirte!

La salida es hacia dentro

Actualizado: 28 feb

Cada que finaliza un año y estamos próximos a iniciar uno nuevo, acostumbramos sacar la cuenta y visualizarnos que el siguiente año sea mucho mejor que el que termina.


Algunas personas tienen sus diferentes rituales, pero lo importante es aquella frase en la que muchos encontramos sentido en estas fechas, pero no comprendemos del todo: "volver a nuestro centro".


La mayoría de veces funciona con una simple y profunda respiración consciente. Otras puede costar varios minutos de respiraciones; y las menos, hay que cerrar los ojos, aislarnos del exterior, alejarnos de aquellas situaciones que nos incomodan y respirar. Una simple y serena respiración, esa es la que nos sitúa ahí, en nuestro centro.


¿Volver a mi centro? ¿Qué centro?

Nuestro centro es un «estado de serenidad y quietud interno» al que debemos acudir cuando necesitamos ayuda para sostener el oleaje externo de aquellas vivencias o situaciones que nos descolocan a nivel emocional o que nos remueven o perturban nuestra paz interior.


Todo el tiempo, todos los días, nos seguirán afectando los sucesos incómodos que nos rodean; las actitudes de las personas con las que interactuamos y ante aquellos comportamientos relacionados con faltas de respeto, injusticias y abusos.


Si a ti, de vez en cuando o frecuentemente o muy a menudo, te ocurre que vives situaciones cotidianas en las que te sientes incómodo y no sabes que responder; o te afecta desproporcionadamente el trato irrespetuoso de jefes o compañeros de trabajo; o reaccionas de forma impulsiva ante alguna que otra situación, conduciéndote a un desbordamiento emocional y luego te arrepientes de ello; o estas ante la típica persona que te saca de quicio y no puedes evitar tener pensamientos del tipo ojala no existiera; o reaccionas ante algo insignificante como si te fuera la vida en ello; o simplemente estas en uno de estos días que te dices ¡no puedo más!, me siento perdido, no sé por dónde seguir, qué hacer, etc.


Si en algún momento te has sentido así, hay que volver a nuestro centro, calmarnos y desde ahí actuar; se necesita practicarlos, porque que esto no es un cambio de un día para otro. Se requiere constancia en su práctica para integrarlos en nosotros; sin embargo, merece la alegría este pequeño esfuerzo diario. ¿Cómo hacerlo?


1. Buscar el centro

Para la mayoría su centro es un estado de serenidad y quietud interior donde nos sentimos seguros. Este centro me llevo algún tiempo identificarlo en mí, así que te invito a que pases todos los días algún rato contigo mismo, en silencio, sin hacer nada, preferentemente sentado, para encontrar tu centro. Siéntate en el suelo o en una silla, donde estés más a gusto.


Si eliges el suelo, colócate un cojín para elevar la pelvis y te sientas más cómodo. La espalda firme y recta, pero no tensa; hombros relajados, caídos y hacia atrás; manos descansando en el regazo; barbilla ligeramente recogida, pero sin agachar la cabeza.


DESDE ESA POSICIÓN, LLEVA LA ATENCIÓN A TU CUERPO. SIÉNTELO.

Respira y concéntrate en encontrar tu centro. Observa aquellas zonas donde hay tensión y procede a relajarlas utilizando para ello la respiración. Lo ideal es hacer una especie de scanner corporal, comenzando por la cabeza y acabando en los pies, sintiendo cada zona del cuerpo (cabeza, hombros, brazos, espalda, abdomen, etc.), para finalizar con un enfoque global del mismo.


Te garantizo que hacer este sencillo ejercicio diariamente te va a servir para conocer cada día un poco más las sensaciones sutiles de tu cuerpo y esto a su vez te permitirá ir reconociendo tu malestar interior cuando estés ante una situación que te incómoda.


El cuerpo habla, sólo debes aprender a escucharle y para ello lo mejor es pasar tiempo con él a solas.


2. Anclar ese centro

Todo buen hábito no es bueno y no es hábito hasta que logramos fijarlo. Ayúdate con un recordatorio en tu teléfono y trata de comenzar una vez por semana y velo incrementando poco a poco conforme te sientas cómodo; o simplemente cuando hayas pasado por una situación que te haya descolocado, haces una pausa y lo haces, eso sí, cuando suena ese recordatorio, o decidas hacer esa pausa, paras lo que estés haciendo (salvo si vas conduciendo o tienes alguna actividad que en ese momento no pueda ser interrumpida, pero trata de no fallar), comienzas haciendo tu mini chequeo en tu cuerpo para ver si percibes alguna zona del mismo tensionada y procede a relajarla utilizando tres o cuatro respiraciones profundas, prestándoles toda tu atención a esa zona.


Este sencillo ejercicio te servirá para conectar frecuentemente, por unos segundos con tu cuerpo y así darte cuenta de cuáles son las partes de tu cuerpo que suelen cargar con más tensión y ayudar la liberarla para no acumular estrés.


3. Aceptación

Es de vital importancia que reconozcas y aceptes cada emoción que sientas, sin juzgarla de buena o mala, negativa o positiva. La emoción es algo que nos viene a decir algo y hemos de aprender también a escuchar el mensaje.


Muchas veces las personas inconscientemente nos negamos a sentir lo que sentimos porque o bien, es muy doloroso y cortamos la emoción porque es muy intensa; o no está bien visto socialmente sentir ciertas emociones (los hombres no lloran o las mujeres no se enfadan, por ejemplo); o es más fácil, mentir al otro para que no se enfade que reconocer lo que sentimos; o porque simplemente no sabemos ponerle nombre a lo que sentimos y lo negamos; o porque nos gustaría sentir una emoción diferente a la que estamos sintiendo, etc.


4. No somos eso

Esta frase tiende aligerar la carga en nuestro corazón. Reconocer que no somos lo que sentimos o pensamos alivia el peso del sentir y del pensar. ¿Cómo es posible que nos identifiquemos con los pensamientos cuando estos son efímeros? ¿Cuánto tiempo puedes sostener el mismo pensamiento de forma voluntaria? Nos hemos identificado durante años con lo que pensábamos, creyendo que éramos eso, que cuestionar el pensamiento puede producir más de una y dos y tres y multitud de resistencias.

Pero te garantizo que este discernimiento te provocara una enorme liviandad.


Te invito a realizar este ejercicio cuando te veas inmerso en un bucle de pensamientos o emociones del que no puedes salir; o cuando te veas juzgándote cruelmente por sentir lo que sientes o pensar lo que piensas; o cuando te trates de torpe, tonto, inútil, incapaz, u otra serie de adjetivos con los que nos maltratamos en algunas ocasiones.


Para y dite a ti mismo muy amablemente este maravilloso mantra: Yo no soy eso.


Esa desidentificación con el pensamiento o el sentimiento, te permitirá tomar una distancia prudencial para darte cuenta de lo temporal que son ambos, a la vez que te ayudara a activar en tu interior, un cada vez más presente testigo observador de lo que ocurre a tu alrededor, sin identificarte con ello.


5. Esto también pasará

Ésta es mi parte y frase favorita, porque es una afirmación breve, concreta y que siempre es una verdad absoluta; tiene el poder de devolvernos siempre los pies al suelo y regalarnos una realidad a la justa medida. Es una frase que nos salva, y puede servir tanto de flotador como de ancla, siendo la clave para devolvernos a nuestro centro.


Cuando estás viviendo una situación en la que no ves la salida, no sabes por dónde tirar, te ves incapaz de dar el paso siguiente, crees que el mundo se ha derrumbado a tus pies y no tiene ningún sentido seguir adelante, eso también pasará.


Cuando estás viviendo esos momentos de frustración y decepción porque las expectativas de algún proyecto, sea a nivel personal o profesional, no se han cumplido y ni si siquiera se parece a lo que habías imaginado, eso también pasará.


Cuando el dolor de una perdida, o una separación, o un rechazo, o un abandono, o una humillación, o una injusticia; sientes que es tan grande, tan grande, que te va a partir el mil pedazos el corazón y crees morirte, eso también pasará.


Si miras en retrospectiva los momentos vividos hasta ahora, puedes darte cuenta de que a lo largo de todos estos años has pasado por algunos o muchos momentos difíciles, que pensaban que jamás saldrías de ellos y al final los superaste.


Incluso, esos momentos de gloria, de gozo desenfrenado, de sueños cumplidos, de amor puro, de felicidad absoluta donde quisiéramos detener el tiempo, en familia, en un viaje, con amigos, tras cumplir sueños, en éxito alcanzados... todo eso también pasará.


¿POR QUÉ? PORQUE NADA ES PERMANENTE Y TODO CAMBIA.

La vida es cambio constante, la naturaleza es una gran muestra de ello. Y ser consciente de que cada acontecimiento que vivimos, por muy gozoso o doloroso que sea en ese momento, todos sabemos, en lo más profundo de nuestro ser, que se diluirá en los brazos de la comprensión.


Comprender que esto también pasara, que nada es permanente, que todo es cíclico es un gran apoyo para seguir avanzando y hacerlo de manera equilibrada.


Así que te invito a que cuando sientas que estas experimentando una situación insostenible, que crees hundirte en las profundidades de la angustia y la desesperación, creyendo que no podrás salir a flote. Sumérgete conscientemente en ese dolor, siéntelo en cada poro de tu piel, conviértete en él y luego dite a ti mismo: Esto también pasara.


Este ejercicio te ayudara a ver el dolor con otros ojos, los ojos del alma, reconocerlo, darle su espacio, vivirlo, permitir que se exprese en toda su magnitud, sumergirte en él completamente para luego soltarlo. No quedarte enganchado a él permanentemente.


Todos los seres humanos disponemos de un fondo infinito de paz y serenidad interior capaz de sostener el oleaje amargo de lo emocional.


La mayoría de las personas que viven momentos de sufrimiento y que se quedan enganchados en él, es por intentan surfear las emociones en la superficie del oleaje, en lugar de lanzarse a las profundidades y bucear en el abismo del océano.


Ninguno hemos sido capaces de superar una ola enorme en el mar pasando por encima de ella, siempre nos hemos sumergido para traspasarla. Pues hagamos lo mismo con el dolor que sentimos frente algunas situaciones que se nos presentan en la vida.


LAS AGUAS MÁS PROFUNDAS SON LAS MÁS SERENAS.

La vida es un gran misterio en el que se va reflejando una tabla de pérdidas y ganancias. Tanto las ganancias como las perdidas forman parte de la misma y hemos de aprender a vivir con la misma serenidad los momentos de bonanza como los momentos de sequía.


Es de vital importancia este entrenamiento para poder reconocer ese espacio de silencio interior con el que conectar y darte así un respiro al ruido mental, acallando pensamientos, emociones, deseos, etc.


Esto es una especie de mini meditación que te ayudara a buscar dentro de ti la paz que somos y, que muchas veces y muchas personas hemos buscado fuera durante mucho tiempo mirando en lugares, viajes, ocio... esperando encontrar allí lo que hay aquí.


La salida es hacia dentro, y está en el interior de nosotros mismos.

Feliz reinicio de ciclo, felices fiestas, feliz 2025.


 
 
 

Opmerkingen


bottom of page