Entornos contaminantes
- Raúl Alvarado

- 15 jul 2023
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 28 feb

Vivimos en entornos contaminantes que afectan nuestra capacidad para centrarnos, causan ansiedad, nos impiden disfrutar, y lo más grave, son obstáculos para nuestro desarrollo personal.
Quiénes vivimos en grandes ciudades seguramente estamos más que acostumbrados al bullicio y a los interminables ruidos contaminantes que las ciudades generan las 24 horas los 365 días del año. Pero adicional a todo ese ruido ambiental, hay un ruido que es más peligroso y del que resulta difícil esconderse de él o sólo ignorarlo: el ruido mental.
Los ruidos mentales contaminan nuestro bienestar y nuestra tranquilidad. Son "pensamientos ruidosos" como los ruidos de una gran ciudad. Si no pones freno a los ruidos mentales, estos influyen directamente en tu capacidad de hacer realidad tus objetivos o propósitos. Influyen en tu capacidad para desarrollar tus cualidades, hacen que pierdas energía, te llenas de ansiedad y terminan afectando el autoestima y la autoconfianza.
Los ruidos mentales cuando son muy intensos, es porque han hecho raíces en ti desde hace mucho tiempo (ya forman parte de tu vida).
Estos ruidos provienen de los mensajes, creencias o ideas de alto voltaje (negativas) que has ido acumulando a lo largo de tu historia de vida. Sin olvidarnos que cada mensaje, creencia o idea de alto voltaje, conecta con emociones que en desequilibrio causan una gran molestia. Por ejemplo: vivir enfadado, vivir con miedos e incluso conectar con demasiada frecuencia con la tristeza.
Somos sistemas y cada sistema está interconectado.
Tu cuerpo físico, mental y emocional están en conexión y lo que le pase a uno, también afecta al otro, aunque no seamos conscientes de ello.
Para identificarlos mejor y aprender a eliminarlos, aquí están los ruidos mentales más comunes en nuestro entorno que nos contaminan, nos intoxican e incluso, nos enferman:
Impaciencia
Pensamientos cargados de impaciencia y ansiedad. Influyen en tus comportamientos y en tu relación con el entorno. Influye el ritmo frenético de las sociedades en las que vivimos. La presión social hace que corras y seas cada vez más rápido. Estamos en la época de la inmediatez, el "yaismo y la prontomanía” Lo quiero ya y lo más rápido posible.
Adivinar el futuro
Vivimos dando vueltas y vueltas a una idea futura (nos adelantamos a los acontecimientos), pero no desde el punto de vista positivo, sino negativo. Te vuelves una adivina o adivino del futuro y no disfrutas de tu presente. No percibes otras realidades. Y entre tanto pensamiento adivinatorio, aparecen miedos centrados en las consecuencias, muchas veces imaginarias.
Preocupación
Las preocupaciones hacen que pierdas energía y termines desmotivado.
No sólo te preocupas por ti, también llevas en tu mochila las preocupaciones de los demás. A la más mínima dificultad, se activa la alarma de la preocupación, por lo que estás intranquilo y pensando de forma recurrente en que “todo son problemas.” Terminas bloqueado y sin capacidad para tomar acción. Tu cuerpo y tus emociones, que son tu brújula, te avisan de los efectos de las preocupaciones, y casi siempre la catástrofe que tanto te preocupaba, a menudo resulta ser menos horrible en la realidad, de lo que fue en tu imaginación. El 90% de las cosas que nos preocupan jamás suceden y, sin embargo, esos pensamientos tienen un impacto directo en nuestra salud.
Exceso de críticas
Debemos tener cuidado con la autocrítica y la autoexigencia constante y excesiva. Es uno de los peores ruidos mentales. Está estrechamente relacionado con la autoestima. No sólo te criticas a ti mismo, también te dejas llevar por personas que critican en exceso a otros y se forma una bola de nieve gigante que acaba por hacerte daño y hacer daño a otras personas.
Pensamiento excesivo
También hacen un ruido tremendo que te deja sin poder descubrir tus tesoros (tus cualidades) y descubrir que tienes un mundo lleno de posibilidades para crecer y mejorar. Te quedas en un bucle y al igual que pasa con otros ruidos mentales: pierdes fuerza, energía y autoestima. Y finalmente, terminas quedándote en una zona de confort: “son tantas las montañas de dificultades que para qué voy a moverme y tomar acción.”
Comparación
Compararse de forma excesiva con personas de tu entorno y lo que es peor, sufrir por ello. Comparaciones de todo tipo: desde un punto de vista material hasta comparaciones a nivel corporal, a nivel de relaciones, profesional e incluso a nivel de cualidades personales, son dañinos e irreales. Cada persona es un mundo, con sus propias ideas, sus propias capacidades, sus propios talentos que nos hacen a todos únicos e irrepetibles, y el arte nos ha enseñado que una pieza única es invaluable; sólo falta que descubras y seas consciente que es eso que te hace auténtico, tu propósito.
Todos estos son ruidos peligrosos para tu salud fìsica, mental y emocional. Causan amargura e infelicidad constante. Te olvidas de ti y te pierdes de construir relaciones más sinceras y duraderas en el tiempo.
Por ello, para, respira y haz tiempo para disfrutar, céntrate en tu presente, aquí y ahora, confía y cree en ti, cambia de paradigma de "lo peor que puede pasar, por lo mejor que está por suceder"; cuestiona absolutamente todo, desde lo que te enseñaron en casa hasta lo que escuchas en las noticias y las redes, cuestiona las propias voces en tu cabeza.
Crea tu propia versión de la realidad donde sí es posible todo lo que quieres y haz que empiece a suceder.




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